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Vuelta al Hoyo de la Dehesa

(La Acebeda-Madrid)

 

CRÓNICA DE LA MARCHA

Es bastante fácil: unos 12 km. por pista forestal, con un pequeño repecho al final para subir al Puerto de La Acebeda desde donde se divisa gran parte de la provincia de Segovia. Se tarda de 3 horas y media a 4. Regreso cuesta abajo, cómodo.

Reunión y salida: Angelines llega, con su perro Ras, a casa de Ángel a las 09:20. En esta ocasión se trata de ir en el coche de la hermana de Angelines , Chari , para que Ras pueda salir al campo. Ángel no acepta chuchos infectos en el suyo. Después de la excursión que supone llegar al parking de la Plaza de Agustín Lara, el coche no arranca. Se ha quedado sin batería por falta de moverlo, lo que además no es de extrañar tratándose de un Rover . Ras se huele (nunca mejor dicho) que se queda sin campo y comienza a dar ladridos quejumbrosos. Ángel amenaza con patearle el único huevo que tiene. Mientras Angelines sube a Ras a su casa, Ángel va a por su coche, y en el trayecto llama a Millán, único que había confirmado su asistencia a la marcha, para informarle del retraso. No tiene éxito: el móvil de Millán no está operativo. Llegada a la Plaza de Castilla a las 10:20 horas. No se ve ni a Blas, ni en la calle ni el la cafetería del hotel. ¿Habrá venido alguien? ¿Se habrán ido ya? La duda les corroe.

Viaje de ida: a las 10:25 parten. El trayecto hasta La Acebeda rápido y sin problemas, excepto la anécdota que Ángel se pasa de salida en la autovía y tiene que dar la vuelta. ¡Ay qué cabeza la suya! Una vez en el pueblo, los únicos dos intrépidos se abrochan unos cafés con pastelitos cojonudos (lo que hacen en Montejo de la Sierra y que tanto le gustan a Millán) que les templa el cuerpo. Ángel, después de algún titubeo, decide ponerse bajo el pantalón una especie de pantis térmicos de reciente adquisición (que le quedan ridículos), para seguidamente practicar el rito del cambio de botas.

Ruta: a las 12:00 horas aproximadamente inician la marcha. Hace un sol lumino y agradable. No hay viento y la temperatura, unos cuantos grados sobre cero, es perfecta para caminar. Todo el recorrido es por pista forestal. El primer tramo transcurre en una suave pendiente que, una vez pasado el Arroyo de la Tiesa, va aumentando a la vez que la pista se ciñe al relieve del terreno.


La pista llega un momento que queda completamente horizontal. Se aprovecha para disfrutar de las bellísimas vistas nevadas del Cordal de la Cebollera y la subida al Puerto de Somosierra . Después de recuperar un resuello, reanudan la marcha.


A partir de ahí, la pista empieza a estar cubierta de algunos centímetros de nieve blanda, que no dificultan la marcha. A pesar que no hace excesivo frío, Ángel agradece el confort que le proporciona sus pantis térmicos. ¡Y además, total tampoco se los ha visto nadie puestos!


Siguen recorriendo la pista tranquilamente. Pasan junto a una fuente con abundante agua y se ven pequeñas casadas por doquier. La pista atraviesa un amplio bosque que no permite ver el entorno y da la sensación que te abraza. De repente comienzan a caer algunas gotas de lluvia, que van haciendo pequeños agujeros en la nieve. Por suerte, dura escasos minutos y el cielo vuelva a abrirse y dejar paso a un sol luminoso. La caminata sigue tranquilamente. Encuentran una pareja que se queda tan sorprendida como ellos de encontrar alguien por allí.


Paran justo al salir del límite de bosque de pino reforestado. Sobre un gran mojón de piedras dejan las mochilas para que no las moje y traspase la humedad del suelo. Se levanta un poco de viento. Toca abrigarse. Nada grave. Comparten algo de almuerzo: tortilla, fuet , tomate, barrita energética… adecuado para seguir la caminata, que a partir de aquí es más bien un paseo sin nieve ya en el camino.
Reanudan la marcha y en pocos minutos llegan a la bifurcación de la pista que por la derecha lleva, por una corta pero pendiente sostenida, hasta el Puerto de La Acebeda y por la izquierda lleva directamente al pueblo. La pista que asciende al puerto está muy nevada y Angelines no se siente confortable con las botas que se ha puesto para la ocasión. Deciden bajar directamente al pueblo. El tramo final es un suave descenso continuado sin ningún problema, atravesando prados donde hay algunas vacas sueltas que les observan aburridas y anodinas.

Postmarcha : a las 15:00 horas se llega de regreso a La Acebeda. Después de proceder al habitual cambio de botas, y Ángel a quitarse los pantis . Angelines propone comer en alguno de los dos restaurantes del pueblo, a Ángel le parece bien. Se deciden por El Acebo. Algo de verdura y carne de la zona entona a ambos, y a un precio razonable. Ángel se queda con la tarjeta del restaurante, que también alquila habitaciones, para futuras ocasiones. Después de un rato de charleta y disfrutar del paisaje, que paulatinamente se ha ido tornando grisáceo al ritmo que el cielo se ha ido cubriendo, algo que no les importa porque ya han acabado la marcha y están a buen recaudo disfrutando del cafelito , deciden ponerse en marcha.

Viaje de regreso: salen de La Acebeda sobre las 16:30 horas. Regreso sin mayores relevancias, aparte de alguna reticencia de Angelines a la velocidad con la que conduce Ángel. Llegan sobre las 15:30 al garaje de Ángel. Despidos formales y buenos deseos. Ángel llega al portal de su casa y se da cuenta que no puede entrar: se ha dejado las llaves dentro del coche y el garaje está cerrado. ¡Ay qué cabeza la suya!

En definitiva, un soleado, brillante y agradable día de invierno. Una inmejorable ocasión para disfrutar del campo. Una pena para los que les ha podido la vagancia y/o la opinión de los meteorólogos.

¡Salud y buen rollito pa ’ tos!

Ángel


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