Ruta por El Camino de los Cipreses
(Apedrete de la Sierra-Guadalajara)
CRÓNICA DE LA MARCHA
Reunión y salida: Ángel -el que suscribe- llegó a casa a las 08:50 después de una dura noche toledana. Se pone los calzoncillos, específicos para las marchas senderiles, y demás atuendo. Abre la nevera para preparar la comida: 2 piezas de fruta y 3 nueces. Desolador. Escucha el mensaje de Angelines excusándose de venir aduciendo que ha pasado una mala noche. ¡Si yo le contara lo que es sentirse mal! Llego a la Plaza de Castilla a las 09:40 y aparco delante del hotel. Golpecitos en el cristal del coche. Abro un ojo y ahí está Edelio. Al poco llegan Juana y Óscar. Al instante aparece Ofelia, informándonos que Marisol (no Lillo sino Rodríguez como sabremos después y nueva en la plaza) espera en el pueblo. Millán comunica que, tanto él como Zahíra, se ha levantado con un dolor en no sé que costado por no sé que postura que prefiero no indagar y dar por concluida la conversación. Edelio se apiada de Ángel y le aparca el coche. Subimos al coche de Edelio. Ofelia de copiloto y los demás detrás.
Viaje de ida: iniciamos ruta a las 10:15. Hasta las inmediaciones de Torrelaguna todo fluido y correcto. Nos perdemos una vez. Nos perdemos por segunda vez. Nos perdemos por tercera vez. A las 11:45 llegamos a Alpedrete de la Sierra. Localizamos a Marisol. Una vez olfateada, encaminamos nuestros pasos al bar del pueblo. Café, tortilla, aspirina y demás reconstituyentes. Cambio de botas y calcetines. Inicio de caminar a las 12:15 horas.
Ruta: salimos del pueblo mediante una pista que serpentea suavemente los primeros 2 km. siguiendo el curso de un riachuelo. Localizamos en su margen al colectivo femenino del pueblo que está de alegre romería. El ritmo no es muy vivo aunque Óscar, algo huraño y esquivo, va adelantado unos metros. Los demás deducimos que Juana ha hecho o ha dejado de hacer algo. Marisol resulta ser una auténtica charladora sin llegar a compararse con Jorge, claro. Nos adentramos en un bosque de pinos reforestados siguiendo la misma pista. A pesar de el ritmo es suave, lo que le encanta a Juana, Ángel arrastra los pies.
Primera parada técnica al llegar a un cruce que cambia de dirección la marcha. Nos refrescarnos un poco. Iniciamos el descenso hacia el río Jarama siguiendo la pista que recorre el valle. Por todos lados, las flores blancas de las jaras compiten con las flores amarillas de otras plantas. La primavera ofrece su mejor cara. Llegamos a un puente sobre el río. Se inician las primeras discusiones sobre si comer allí o seguir río abajo para buscar un sitio más bucólico.
Continuamos camino hasta una zona donde el Jarama pierde bravura y se ensancha. Discusiones donde instalarnos para comer. Ángel no está para perder tiempo eligiendo, así que se tumba en la primera sombra que pilla. Quejas de los demás por los guijarros. Juana y Óscar se van al otro lado del río. Los demás suponemos que a hacer los deberes pendientes.
Edelio le cambia a Ángel un cacho de fuet y pan por una manzana. Ante la manifiesta inhabilidad en el manejo de la navaja, Marisol le pela a Ángel la naranja (no seáis mal pensados). Mientras Ángel reparte generosamente sus 3 nueces, Ofelia le apabulla y saca un kilo y medio. Antes de que caiga inconsciente, Ángel se tumba y se inhibe de todo. La crónica tiene ahí un hueco insalvable.
No sé en que momento, Juana y Óscar vuelven, con aspecto más reconfortado, ofreciendo café y orujo. Edelio, Ofelia y Marisol acogen la oferta con entusiasmo y se entregan compulsivamente a su consumo. Ángel ni se inmuta y le da náuseas oír la palabra orujo.
A las 16:30 horas finalizamos la parada técnica e iniciamos la segunda mitad de la marcha. Ascendemos haciendo zig-zag por una ladera hasta alcanzar un corta fuegos, por el que seguimos subiendo duramente. Marisol de calla, a Ofelia se le congestiona la cara, Juana empieza a piarla y Edelio se retrasa. Para sorpresa de todos, Óscar y Ángel van en cabeza a un vivo ritmo hasta localizar el ciprés que marca el punto donde hay que internarse en el bosque. Las vistas del Pontón de La Oliva y sus verdes alrededores son un regalo para el ánimo. Óscar aprovecha para ampliar su reportaje fotográfico.
Una vez reunidos todos, nos adentramos en el bosque de pinos siguiendo la ruta que marcan los cipreses. Llegamos a una pradera tapizada de césped y flores. Idílica. Como débiles humanos que somos, no resistimos la tentación de tumbarnos y dejar que el espíritu del bosque nos posea. Todo invita a abandonarse a los sentidos. Óscar “insinúa” que estamos 3 y 3, y que pocas veces lo vamos a tener más fácil. Su insinuación produce alguna sonrisa nerviosa y desvío de miradas, por lo que se entrega a completar su reportaje fotográfico.
Reanudamos la marcha. Completamos la travesía del bosque, sin que falte alguna queja femenina por el tramo rompe piernas que permite alcanzar de nuevo la pista forestal. Cogemos un atajo abandonando la pista y descendiendo por un cortafuego hasta retomar la senda que lleva directamente al pueblo.
Nos encontramos con el sector radical de la turba femenina, que regresa donde estaban de fiesta, cantando versos populares, picantes e insinuantes. Edelio y Ángel aprietan el paso y, mirando al frente, adelantan al grupo con ligereza y prontitud. Comportamiento tan cobarde, timorato y pusilánime no se les recuerda.
Pasamos próximo al campamento base donde las mujeres del pueblo habían estando celebrando las fiestas y donde permanecía el sector oficial. Vemos a una mujer cojear ostensiblemente. Ofrecimos nuestra ayuda. Después de algunos titubeos es aceptada. Mientras tanto llegan los demás y le ofrecemos nuestro amplio abanico de servicios sanitarios: una enfermera (Ofelia), una veterinaria (Marisol) y una medico (Juana). Esta última le diagnostica un esguince y le da alguna pastilla. Nos agradecen nuestra intervención y nos ofrecen tortilla para cuando lleguemos al pueblo. En esto, llega el sector duro. Agilizamos nuestra despedida y reiniciamos el último tramo para llegar al pueblo.
Postmarcha: llegada a Alpedrete de la Sierra a las 18:30 horas. Ofelia y Marisol se tiran de cabeza al pilón para refrescarse. Cambio de calcetines y botas. Juana se autofelicita por lo bien que lo ha hecho. Vuelta al mismo bar. Nos damos un pequeño refrigerio: gin-tonics, migas, tortilla de espárragos, cervezas, más nueces de Ofelia y otras salsas. Empiezan las felicitaciones propias por lo bonita y bien que ha salido la marcha. Ángel expresa su preocupación sobre que van 4 marchas consecutivas sin perdernos, y no vaya a ser que al final nos tomen por unos profesionales. El morro del personal empieza a calentarse. Alguien propone ir a las Fiestas del 2 de Mayo. Juana y Óscar se inhiben los demás aceptan y hacen uso de los móviles para ampliar las invitaciones. A las 19:30 damos por finalizada la sentada.
Viaje de regreso: Marisol, que dice conocer amplia y profundamente la zona, ofrece sus servicios de guía para sacarnos del pueblo. Sale delante en su coche, los demás en el de Edelio le seguimos. Nos perdemos una vez. Nos perdemos por segunda vez. Al final, Marisol resulta ser ideal para perder a alguien ¡qué morbo! Llegada donde Edelio había aparcado el coche de Ángel en las inmediaciones de la Plaza Castilla a las 20:50 horas. Juana amenaza a Ángel con emborracharlo la noche anterior de la próxima marcha para tener el mismo ritmo que ésta. Ángel promete venganza. Besos, despedida y cierre. Conduzco hasta casa por el camino que pude ir encontrando y dejaban el partido de fútbol del Bernabeu y el escenario que le han montado al Papa en Colón. Después de unas cuentas vueltas llegué a casa a las 21:20 horas. Duda existencial: ducha y cama o ducha y fiestas del 2 de Mayo. ¡Qué débil soy! A la cama a las 03:00 horas. No os explico el estado.
No estuvimos de puente, pero también nos lo pasamos bien, incluso yo que acabé bajo mínimos.
Besos para ellas, abrazos para ellos.
Ángel